Todos los
niñ@s tienen rabietas. Es parte de su aprendizaje y de su intento de
conseguir lo que quieres. Como padres, madres y cuidadores, nuestro primer
objetivo es intentar evitarlas. Para ello, es importante que nuestro pequeño/a
tenga una vida lo más organizada posible. De esta forma, mantenemos la
frustración dentro de sus límites de tolerancia la mayor parte del tiempo.
Ahora bien, es
importante que cuando evitemos una rabieta no lo hagamos por encima de nuestros
límites es decir, evitar sin ceder, pues estaríamos siendo muy
permisivos con nuestros hijos y no sería algo beneficioso para ninguno de los
dos. En esta línea, aclarar que evitar una rabieta no significa que hagamos lo
que el pequeño o pequeña quiere en cada momento sino más bien que, como adultos
y conocedores de las principales rabietas de nuestros hijos le evitemos ciertas
situaciones que sepamos que le pueden provocar una rabieta, por ejemplo, pasar
al lado del kiosco cuando sabemos que nos va a pedir que le compremos una
chuchería y que no lo vamos a hacer.
Es importante
que durante la rabieta, no discutas con tu hijo, no le contestes
gritando (aunque sabemos que esto puede ser complicado) y no le des ninguna
recompensa ni ningún castigo por la rabieta. La idea a transmitirles es que conozcan
que las rabietas son horribles para él y que no cambian nada, ni para
bien ni para mal. Si la idea era ir a dar un paseo, debes seguir con el plan,
no cancelarlo porque haya tenido una rabieta, pero sólo hacerlo tan pronto
se haya calmado.
Mantener la
calma y manejar tranquilamente una situación frustrante le permite mostrar y
enseñar formas adecuadas de manejar el enfado y la frustración. No utilizar la culpa,
amenazas ni palabras humillantes.
No prestarles
atención durante la rabieta es lo ideal. Pues le estamos dando a entender que en ese estado
no va a conseguir mejores atenciones. Una vez calmados, no mostrarnos enfadados
con nuestro hijo, darle atención ya que ha conseguido calmarse. En ocasiones,
si vemos que le es muy díficil tranquilizarse podemos probar a consolarlo de
manera física, abrazándolos para que se calmen, o mantenerlos en el suelo. De
esta forma, evitamos que rompa cosas o que se haga daño o que haga daño a
alguien. Hay niños que no soportan la restricción física durante una rabieta,
no debemos obligarles a ello.
Resumen:
1. Evitarles
situaciones frustrantes a nuestros hijos evitando así posibles rabietas pero
sin ceder
2. No discutir
no enfadarse durante la rabietas
3. Seguir con
el plan. No cambiarlo porque haya ocurrido una rabieta, ni para bien ni para
mal.
4. No
prestarles atención durante la rabietas.
5. Una vez se
hayan calmado, prestarles especial atención.